¡Para innovar hay que despertar!

Por Diego González, Gerente General de Defontana
A 14 años de que el proyecto “Chinitas al Espacio” viajara exitosamente en el transbordador Columbia, dejando su marca en la historia de la innovación chilena, gracias al esfuerzo y dedicación del grupo de alumnas del Liceo 1 de aquel entonces, hoy se llenan páginas con declaraciones, ideas y proyectos orientados al incentivo de la innovación como la llave que nos abrirá la puerta del desarrollo. Sin embargo, según el Índice Mundial de Innovación 2013, publicado por el INSEAD, Universidad Cornell, y la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), Chile bajó del lugar 39 al 46. Ahora, Latinoamérica es liderada en innovación por Costa Rica. ¿Qué nos pasa?

Haber descendido siete puestos nos lleva a plantearnos un desafío mayor, una oportunidad. No es suficiente con proclamar un año de la innovación; no podemos quedarnos durmiendo en los laureles.  Nos quedamos con la idea de que éramos jaguares, que estábamos a la vanguardia en la infraestructura de telecomunicaciones o en que íbamos siempre un paso adelante en competitividad.

Sin embargo, las mediciones nos demuestran que mientras otros corren, Chile sigue caminando. Lamentablemente, vemos cómo otros marcan la pauta. Si China estornuda, Chile se resfría y recién en ese momento nos acordamos que debemos hacer algo al respecto. El país debe aprender de su historia y entender que los recursos de que dispone no son eternos. Ya nos pasó con el salitre, no podemos sentarnos a esperar a que nos pase de nuevo con el cobre. De ahí la importancia y la necesidad de movilizar la innovación como factor de progreso. Es vital despertarnos y tener la convicción de que ella es la que puede hacer la diferencia entre un futuro prometedor y uno promedio para nuestro país. Con esa idea-fuerza será más fácil promoverla de manera transversal en cada sector de la sociedad.

Responsabilidad y Futuro

En esa línea, no se puede desconocer que proyectos como el de la nueva ley de propiedad industrial – que plantea contar con trámites de marcas, patentes y diseños industriales más simples, eficientes, rápidos-; así como el de la nueva ley de I+D y la bitácora Imagina Chile, serán claves para sustentar las bases de un país que quiere y busca crecer en la innovación.

No obstante, aunque se han llevado a cabo numerosos programas de apoyo, aún queda mucho por hacer. Y no es algo que tenga que ver con la cantidad de recursos, sino más bien con la manera de utilizarlos de manera eficiente y eficaz. Es urgente provocar un cambio estructural, darle un sentido de urgencia a la innovación, con una motivación, un objetivo claro y concreto a nivel país. Así lo han hecho otras naciones, reconocidamente exitosas: Israel, Estados Unidos o Finlandia, entre varias más. Sólo con un objetivo definido y con todos los esfuerzos alineados con ello, será posible innovar de verdad.  Invertir más en I + D a través de proyectos entre universidades, empresas privadas y el sector público, debe ser un desafío  constante de mejora permanente, pues nos da la posibilidad de transformar la cultura-país. La tecnología –sin duda-  puede ser una gran aliada en ello si se aplica, incentiva e innova de manera adecuada, como lo han hecho Irlanda, Israel o Singapur.

Efectivamente, incentivar el buen uso de las tecnologías de la información como factor clave de emprendimiento e innovación es, definitivamente, un desafío que deberá abordarse para que llegue a todos los sectores. Esto, porque en general, las grandes compañías lo han entendido hace tiempo. Sin embargo, las empresas más pequeñas  e incluso las medianas, muchas veces se ven rezagadas en la aplicación de tecnologías que apoyen su labor, en la mayoría de los casos por una cultura de desinformación.

Como país, como empresarios, como ciudadanos, tenemos una responsabilidad hacia las nuevas generaciones. El momento es ahora para provocar un cambio estructural que nos permita alcanzar un desarrollo sustentable. Pero para eso, debemos despertar y actuar.

Diego Gonzalez, Google +

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