Durante los últimos años el país ha tenido una baja considerable en cuanto al crecimiento económico. Basta que observemos las cifras: el 2011 crecimos un 5,6% mientras que el 2016 un 1,6%, pero ¿Cómo afecta esta baja a las empresas?
Toda empresa busca producir bienes y servicios para satisfacer necesidades en la población, invirtiendo recursos para poder llevarlo a cabo: sistemas financieros, arriendos de oficina, compra de insumos, mano de obra, etc. En el escenario de los recursos, la economía juega un papel fundamental, porque al estar mal todo se va volviendo un poco más caro, a ellos les cuesta producir y al cliente comprar. Por lo tanto se transforma en un círculo de alguna manera, vicioso.
Cuando el escenario se pone más complejo, comienzan a surgir ciertas irregularidades dentro de las empresas. El capital disminuye por lo que el riesgo que corre cada empresa es mucho mayor, tienen que empezar a diferir entre lo primordial versus lo no tan importante, y es en este camino donde muchas veces las cosas se confunden y se pasan a llevar acuerdos, contratos u otros.
Por ejemplo, cada vez sería menos viable tener personas contratadas de forma indefinida, lo cual afecta directamente al trabajador respecto a su sistema de pensiones y de estabilidad económica. La empresa necesita ver qué está pasando con la competencia, cómo están abordando la crisis y es aquí donde puede suceder que busquen colusión respecto a precios para poder sacar una mayor utilidad del producto/servicio vendido.
La recesión genera un escenario desfavorable para cualquier empresa. Por lo mismo comienzan a deteriorarse en todo sentido debido a los endeudamientos y al poco crecimiento que obtienen. Ante el riesgo de quebrar van a llevar a cabo todas las acciones necesarias para poder mantenerse a flote mientras el mal periodo económico termina.