Según datos de la consultora internacional IDC, en dos años, la inversión en infraestructura de TI en nube pública y privada superará con creces el gasto en centros de datos tradicionales. Esto, principalmente, porque la nube híbrida reúne lo mejor de la cloud pública y de la privada. Esa flexibilidad tiene diversas ventajas.
Entre ellas, el hecho de que permite adaptarse a diversos proyectos, lo que implica que los administradores de TI tienen la posibilidad de elegir qué datos y aplicaciones van a la nube privada y qué otros a la pública, dependiendo de sus necesidades. Además, puede optimizar los recursos disponibles y hace posible acceder tanto a software como a plataformas e infraestructura en modalidad de servicio.
Así, la principal ventaja es que los datos de misión crítica pueden ser almacenados en la nube privada, como los que dicen relación con el core business; mientras los demás pueden hacerlo en la pública, ahorrando costos y optimizando recursos. La diferencia entre ambas radica en que la nube privada los recursos son compartidos, pero se encuentran en un centro de datos propio y privado; la pública, en tanto, tiene servicios que ofrecidos por una empresa externa y a los cuales se accede vía Internet y, en general, se rige por un modelo de pago por uso.
A lo anterior se suman nuevos avances en materia cloud, como lo son las tendencias de fog y edge computing. El primero, por ejemplo, permite que un dispositivo de procesamiento único y potente procese los datos recibidos desde múltiples puntos finales y envíe la información a donde se necesita, en menor tiempo.
Fog computing no necesita conexión a la nube para conocer, por ejemplo, los kilómetros recorridos por un par de zapatillas inteligentes. El mismo producto puede entregar esa información, lo que implica que los datos que se van a la nube son filtrados. Así, los sectores que se podrían ver más beneficiados con la masificación del fog computing son todos aquellos que deben tratar con grandes cantidades de dispositivos que automatizar, como energía (distribución inteligente de energía), transporte (automatización de semáforos inteligentes, auto mantención de trenes), minería (cámaras de seguridad), entre otros. Mientras las ciudades se hagan cada vez más inteligentes, mayores serán las áreas de aplicación para la fog computing.