Resurgimiento de la economía de Chile tras tiempos difíciles

Autor: Valentina Posada

En 2014, luego de un largo periodo de bonanza, la economía de Chile inició cierto estancamiento que se agudizó con el estallido social de 2019 y la pandemia de 2020. Entonces empezamos a padecer inflación elevada, depreciación del peso, déficit fiscal y un muy moderado crecimiento de Producto Interno Bruto (PIB).

Pero todo tiene su final. Durante los últimos años hemos visto un resurgimiento económico que ha captado la atención tanto a nivel nacional como internacional. De hecho, una publicación de The Economist posicionó a Chile como la séptima economía de mejor desempeño entre los países de la OCDE, pues ha mostrado un buen desempeño en indicadores macroeconómicos, como crecimiento del PIB, inflación a la baja, disminución del desempleo y mercado bursátil.

Pero ¿cómo ha sido el proceso? ¿Qué se puede esperar a mediano y largo plazo?

Un Producto Interno Bruto (PIB) en crecimiento le da ese respiro a la economía chilena

Al cierre de 2023, el PIB chileno registró un alza del 0.2% frente al año anterior, gracias a un crecimiento sostenido durante los dos últimos trimestres. Y las perspectivas para 2024 son muy positivas.

De acuerdo con cifras presentadas en el Informe Perspectivas Económicas de la OCDE 2024, el indicador crecerá un 2.3% en 2024 y un 2.5% en 2025. Todo en un contexto de recuperación de los salarios reales, mayor consumo, una inflación a la baja y algo de flexibilidad en las condiciones de acceso al crédito.

Las exportaciones netas fueron unas de las principales responsables del crecimiento de la economía de Chile, con el cobre como uno de los productos más relevantes, especialmente por los aumentos en el precio y la demanda que se han venido registrando últimamente.

Pero no ha sido el único factor que ha impulsado el PIB. El Indicador Mensual de Actividad Económica (Imacec) ha mostrado un buen comportamiento en los primeros meses de 2024, con un fuerte crecimiento en febrero (4.5% respecto al año anterior). Todo impulsado por un buen desempeño de los diferentes sectores de la economía, entre los cuales destacan comercio, servicios y producción de bienes.

Este aumento de la actividad económica beneficia de forma colateral la generación de empleo, una reactivación progresiva del consumo y la recuperación de ingresos fiscales. Lo anterior en un contexto de inflación a la baja que ha venido mejorando el costo de vida y reduciendo las tasas de interés, principalmente de los préstamos a largo plazo.

Aún existen desafíos para crecer a tasas más altas

En dicho resurgimiento de la economía de Chile han influido diferentes factores, como un muy buen manejo de la inflación, políticas macroeconómicas sólidas y una demanda de productos chilenos en los mercados internacionales.

Es de esperar que el PIB continúe creciendo en un contexto de relajación monetaria, déficits fiscales mucho más moderados, inflación a la baja y crecimiento del empleo.

Sin embargo, aún no podemos cantar victoria ni esperar cifras de crecimiento similares a las de la década pasada. En el camino hay desafíos que debemos superar, como la moderación de las expectativas empresariales, la inversión privada y la productividad general.

Además, nuestra economía depende mucho de las exportaciones de cobre, una desaceleración fuerte en China podría reducir la demanda de minerales y las ganancias que recibimos de las exportaciones del mineral.

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Como empresas, debemos luchar a diario por mejorar la productividad y eficiencia. Así beneficiamos nuestras utilidades mientras generamos empleo y riqueza para la economía de Chile.

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Un Producto Interno Bruto (PIB) en crecimiento le da ese respiro a la economía chilena

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